Cada vez que viene Clara a casa tengo que activar el radar de “perrerías”; no sé por qué le hace tanta gracia fastidiarme. Hay veces que estoy echándome la siesta y empieza oír risas y a mamá decir: “¡¡Déjalo en paz!!”. Al cabo de dos o tres minutos… ¡perrería al canto! El otro día estaba Clara en la mecedora mirando una cosa de sus botas y le dijo a Juan: “Graba”. Y esto pasó… Le dio tal ataque de risa que se le saltaron las lágrimas. Dice que le hace mucha gracia la carita de sorpresa que se me queda.